23 de noviembre de 2012
KLASEKO ARTISTA!!
19 de noviembre de 2012
Gorputzaren orkestra
Hementxe zaudete abesten eta dantzatzen! Arrainontzitik ikusi zaituztet jijijijij!!
15 de noviembre de 2012
El patito feo
En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus huevos y mientras lo hacía, pensaba
en los hijitos fuertes y preciosos que pronto iba a tener. De pronto,
empezaron a abrirse los cascarones. A cada cabeza que asomaba, el
corazón le latía con fuerza. Los patitos empezaron a esponjarse mientras
piaban a coro. La madre los miraba eran todos tan hermosos, únicamente
habrá uno, el último, que resultaba algo raro, como más gordo y feo que
los demás. Poco a poco, los patos fueron creciendo y aprendiendo a buscar entre las hierbas los más gordos gusanos, y a nadar y bucear en el agua.
Cada día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que nació el último
iba cada día más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata
estaba preocupada y triste ya que todo el mundo que pasaba por el lado
del pato lo miraba con rareza.
Poco a poco el vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus
mismos hermanos lo despreciaban porque lo veían diferente a ellos.
El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando todos fueron
a dormir, él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo
camino hasta que, de pronto, vio un molino y una hermosa joven echando
trigo a las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que todos
callaban decidió quedarse allí a vivir. Pero al poco tiempo todos
empezaron a llamarle "patito feo", "pato gordo"..., e incluso el gallo
lo maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del molino decir: "Ese
pato está demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato enmudeció
de miedo y decidió que esa noche huiría de allí. Durante todo el
invierno estuvo deambulando de un
sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni con quién. Cuando llegó
por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para pasear. De pronto,
vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito
decidió acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se
quedó un poco asombrado, ya que nadie nunca se había alegrado de verlo.
Todos los cisnes lo rodearon y lo aceptaron desde un primer momento. Él
no sabía que le estaba pasando: de pronto, miró al agua
del lago y fue así como al ver su sombra descubrió que era un precioso
cisne más. Desde entonces vivió feliz y muy querido con su nueva
familia.
13 de noviembre de 2012
9 de noviembre de 2012
8 de noviembre de 2012
Otsoaren ogia
Bazen
behin otso nagi bat, otso alfer hutsa. Beti zegoen etzanda, aharrausika.
Eta, jakina, ehizarik egiten ez zuenez, beti zegoen gosez.
Egun batean hamarretakoa jaten zegoen nekazari batekin egin zuen topo.
Baserritarraren ogia ikusirik, adurra zerion otsoari. Nekazariak ogia
eskeini eta otsoak jan.
-“Uhmm, ederra dago. Aizu, zer egin behar da ogia egunero jateko?”
-“Garia
erein. Erraza da. Ogia egiteko lehenengo eta behin lurra landu...”
-“Ogia
lurrean hazten da?”.
-“Eeeepa!
Ez hain azkar joan. Lurra landu ondoren, hazia erein behar da...”.
-“Eta
ogia sortzen da!”.
Otsoak nekazariaren hitza entzuteko pazientziarik ere ez zuen eta behin eta
berriro mozten zuen haren jarduna:
-“Eta
ogia sortzen da!”
-“Eeez!. Gero udaberrira arte itxaron egin behar da, hazia erne arte”.
-“Eta
orduan ogia jateko prest dago?”.
-“Ezta!
Garia heldu egin behar da, eta udan, helduta dagoenean, moztu egiten
da”.
-“Eta
orduan ogia jateko prest dago”.
-“Oraindik
ez. Eguzkitan lehortu ondoren, ganbarara eraman behar da alea bereizteko,
gero errotara...”.
-“Eta
horren ondoren bai, ogia jateko prest egongo da, ezta?”
-“Oraindik
ez. Ogia egiteko masa egin behar da, legamina bota, egosi...”.
-“Aizu,
orain bai, ezta?. Ogia jateko prest egongo da”. –Otsoa neka neka eginda zegoen–.
-“Bai,
lan guzti horren ondoren ogia jateko prest dago” , esan zion gizonak irriparre eginez.
-“Pena
galanta!”, hasperen egin
zuen piztiak, tristuraz-.”Nik ezingo dut inoiz egin. Niretzat lan
gogorra da. Ez dago janari errazagorik? Berehala jateko gauzaren...?”.
-“Ez”. – Moztu zion orangoan nekazariak, otso alferraren galdera
zoroekin aspertuta- “Guk ere lan asko egin behar dugu jan ahal
izateko. Ogirik ez baduzu nahi, badakizu... basora itzuli eta hor
konpon Marianton!”.
Hori esan ondoren, sega lepoan hartu eta gari moztera joan zen gizona. Otsoa,
bestalde, basora joan eta ehizan hastea erabaki zuen.
La casita de chocolate
Allá
a lo lejos, en una choza próxima al bosque vivía un
leñador con su esposa y sus dos hijos: Hansel y Gretel.
El hombre era muy pobre. Tanto, que aún en las épocas en
que ganaba más dinero apenas si alcanzaba para comer.
Pero un buen día no les quedó ni una moneda para comprar
comida ni un poquito de harina para hacer pan. "Nuestros
hijos morirán de hambre", se lamentó el pobre esa noche.
"Solo hay un remedio -dijo la mamá llorando-. Tenemos
que dejarlos en el bosque, cerca del palacio del rey.
Alguna persona de la corte los recogerá y cuidará".
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Hansel
y Gretel, que no se habían podido dormir de hambre,
oyeron la conversación. Gretel se echó a llorar, pero
Hansel la consoló así: "No temas. Tengo un plan para
encontrar el camino de regreso. Prefiero pasar hambre
aquí a vivir con lujos entre desconocidos". Al día
siguiente la mamá los despertó temprano. "Tenemos que ir
al bosque a buscar frutas y huevos -les dijo-; de lo
contrario, no tendremos que comer". Hansel, que había
encontrado un trozo de pan duro en un rincón, se quedó
un poco atrás para ir sembrando trocitos por el camino.
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Cuando llegaron a un
claro próximo al palacio, la mamá les pidió a los niños
que descansaran mientras ella y su esposo buscaban algo
para comer. Los muchachitos no tardaron en quedarse
dormidos, pues habían madrugado y caminado mucho, y
aprovechando eso, sus padres los dejaron. Los pobres
niños estaban tan cansados y débiles que durmieron sin
parar hasta el día siguiente, mientras los ángeles de la
guarda velaban su sueño.
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Al despertar, lo primero que hizo Hansel fue buscar los trozos de pan para recorrer el camino de regreso; pero no pudo encontrar ni uno: los pájaros se los habían comido. Tanto buscar y buscar se fueron alejando del claro, y por fin comprendieron que estaban perdidos del todo. | ||
Anduvieron
y anduvieron hasta que llegaron a otro claro. ¿A que no
sabéis que vieron allí? Pues una casita toda hecha de
galletitas y caramelos. Los pobres chicos, que estaban
muertos de hambre, corrieron a arrancar trozos de cerca
y
de
persianas, pero en ese momento apareció una anciana. Con
una sonrisa muy amable los invitó a pasar y les ofreció
una espléndida comida. Hansel y Gretel comieron hasta
hartarse.Luego la viejecita les preparó la cama y los
arropó cariñosamente.
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Pero esa anciana que
parecía tan buena era una bruja que quería hacerlos
trabajar. Gretel tenía que cocinar y hacer toda la
limpieza. Para Hansel la bruja tenía otros planes:
¡quería que tirara de su carro! Pero el niño estaba
demasiado flaco y debilucho para semejante tarea, así
que decidió encerrarlo en una jaula hasta que engordara.
¡Gretel no podía escapar y dejar a su hermanito
encerrado! Entretanto, el niño recibía tanta comida que,
aunque había pasado siempre mucha hambre, no podía
terminar todo lo que le llevaba.
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Como la bruja no veía
más allá de su nariz, cuando se acercaba a la jaula de
Hansel le pedía que sacara un dedo para saber si estaba
engordando. Hansel ya se había dado cuenta de que la
mujer estaba casi ciega, así que todos los días le
extendía un huesito de pollo. "Todavía estás muy flaco
-decía entonces la vieja-. ¡Esperaré unos días más!".
Por fin, cansada de aguardar a que Hansel engordara,
decidió atarlo al carro de cualquier manera. Los niños
comprendieron que había llegado el momento de escapar.
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Como era día de amasar
pan, la bruja había ordenado a Gretel que calentara bien
el horno. Pero la niña había oído en su casa que las
brujas se convierten en polvo cuando aspiran humo de
tilo, de modo que preparó un gran fuego con esa madera.
"Yo nunca he calentado un horno -dijo entonces a la
bruja-. ¿Por que no miras el fuego y me dices si está
bien?". "¡Sal de ahí, pedazo de tonta! -chilló la
mujer-. ¡Yo misma lo vigilaré!". Y abrió la puerta de
hierro para mirar. En ese instante salió una bocanada de
humo y la bruja se deshizo. Solo quedaron un puñado de
polvo y un manojo de llaves. Gretel recogió las llaves y
corrió a liberar a su hermanito. Antes de huir de la
casa, los dos niños buscaron comida para el viaje. Pero,
cual sería su sorpresa cuando encontraron montones de
cofres con oro y piedras preciosas! Recogieron todo lo
que pudieron y huyeron rápidamente.
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Tras
mucho andar llegaron a un enorme lago y se sentaron
tristes junto al agua, mirando la otra orilla. ¡Estaba
tan lejos! “¿Queréis que os cruce?”, preguntó de pronto
una voz entre los juncos. Era un enorme cisne blanco,
que en un santiamén los dejó en la otra orilla. ¿Y
adivinen quien estaba cortando leña justamente en ese
lugar? ¡El papá de los chicos! Sí, el papá que lloró de
alegría al verlos sanos y salvos. Después de los abrazos
y los besos, Hansel y Gretel le mostraron las riquezas
que traían, y tras agradecer al cisne su oportuna ayuda,
corrieron todos a reunirse con la mamá.
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7 de noviembre de 2012
5 de noviembre de 2012
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